Hay una cosa curiosa que pasa en Internet: el
asumir que los gustos personales constituyen un juicio de valor sobre la
calidad de algo. Eso no es lo malo: lo malo viene cuando supones que la calidad
de un gusto determina la calidad de la persona. Viene, supongo, de lejos, pero
aquí se exacerba.
Lo vi con Crepúsculo. Lo veo con 50 Sombras de
Grey (o Gray, no lo recuerdo y no lo voy a buscar). Y con Sálvame y Gran
Hermano. Aquí todos nos reímos, damos por supuesto que son carnaza para el
vulgo. Nosotros, gente formada, vemos series y películas de calidad y
trasfondo. Nos interesamos por lo que pasa, despreciamos la manipulación de la
massmedia y somos, en general, citius, altius, fortius y con la polla más
grandius.
No estoy de acuerdo con el hecho de consumir
cosas de calidad dudosa o inexistente te conviertan a ti en algo inferior. Ese
pensamiento hipster lo detesto, porque establece una suerte de clasismo progre
que se acepta como válido.
Yo consumo mierda. Y no, ninguno de los programas
que has dicho ni ningún libro o peli que haya mencionado. Lo gozo con el Vin
Diesel en A Todo Gas. Me masmola McClein dando cera por las calles. Ver al
Statham conduciendo su BMW a toda hostia mientras le zurra a los malos y se
folla a Olga Kurylenko me flipa como el primer día. Y a veces preferiría una
hamburguesa grasienta y perjudicial del McDonalds y no un delicioso estofado de
verduras casero.
Y soy consciente de que es mierda. Su calidad, en
general, es muy baja. Pero no pretendo avergonzarme de mis gustos ni liberación
ni me considero inferior por tenerlos. Porque el hecho de esperar a que salga
la nueva de A Todo Gas no me impide ver una y otra vez Doce Hombres Sin Piedad,
o leer 50 Sombras de Grey (no lo he leído, pero lo haré, porque detesto
criticar algo sin conocerlo de primera mano) no me hará bajar del pedestal que
tengo a Hesse, Mann, Faulkner o Tolkien.
He tenido esta discusión muchas veces con
culturetas de uno y de otro signo político respecto al fútbol. He sido tildado
prácticamente de orangután sin raciocinio por alegrarme de que once hombres
millonarios metan un pedazo de cuero redondo en una portería. Y les he dicho lo
mismo que te digo a ti (además de las explicaciones tribales y antropológicas
de Morris que son muy largas para poner aquí y no vienen mucho al caso).
Así que, dejando a un lado el resto de tu
comentario, no creo que ver Sálvame o Gran Hermano supongan un impedimento
objetivo para votar. Menos aún basándose en la incultura o estupidez de su
audiencia. Que haberlos, haylos, tampoco te diré que no.
-Pasa Pollo, sabio de internet.