domingo, 9 de noviembre de 2014

El final de Naruto

Antes que nada, y acerca de spoilers: trataré de no desvelar lo sucedido en el capítulo. De todos modos, si no sigues la serie, no leas esto porque voy a hablar de cosas que pasan hacia el final, y aunque no lo haré de manera explícita, podría estropearte alguna sorpresa.

Vamos con la serie en sí. A Naruto le ha pasado lo mismo que a Bleach (que son las dos que sigo) e imagino que lo mismo que a One Piece y lo que en su día le pasó a Dragon Ball. Básicamente, nada tiene sentido en términos de contexto. Me explico.

Al principio, el protagonista adquiere un cierto poder. Derrota fácilmente a un enemigo y aparece otro que es brutal. Pero no pasa nada, el prota entrena y desarrolla su poder o cierta técnica que le permite derrotar a ese nuevo oponente. Pero no falta tiempo para que aparezca uno nuevo al que no puede derrotar, así que tiene que volver a entrenar.


En medio de estas sucesiones de peleas ganadas y perdidas, los coprotagonistas de la serie tienen sus propias batallas. Así que cuando volvemos al protagonista, te lo venden con alguna ropita nueva y vete tú a saber qué técnica mega cheta con la que viola enemigos uno tras otro. Hasta que aparece otro contra el que no puede tan fácilmente.


El durante de las peleas suele ser una sucesión de comentarios del tipo “este es mi poder que hace que te crezcan flores en el culo” mientras el pobre desgraciado pone cara de descomposición. El Florespawer se lanza al ataque pero su oponente lo esquiva con cara de superioridad mientras dice “deberías haber sabido que yo soy VEGANO… y te acabo de dejar un regalo: ¡el PEDO de mi digestión!”, mientras es ahora el Florespawer el de la cara descompuesta. Pero resulta que el Florespawer aprovecha el dióxido de carbono de Pedoman y lo utiliza para hacer crecer hortensias en la cara de su oponente. Y así vamos respondiendo uno al otro hasta que pasa una de estas dos cosas:

   - Florespawer crea un arbusto a partir de los pelos genitales de Pedoman. Mientras dicho arbusto no le deja moverse, le explica que es una técnica milenaria que ha pasado de polinización en polinización hasta su forma máxima. Pedoman acaba como un arbusto esculpido en forma de Alonso de cera del Museo de cera español.

  - Pedoman se toma un chile con Redbull y comienza un huracán de pedos. Florespawer intenta asirse a un árbol que él mismo ha plantado, pero es inútil: el hediondo olor y el metano erosionan todo a su paso, hiriendo la piel de Florespawer mientras Pedoman le dice que ha estado muchos días tomando leche para estreñirse bien y poder desatar toda su ira cuando fuera necesario. Después de esto tendrá que echarse pomadita para el escozor “jajaja”, pero tú no vivirás para verlo.


Este esquema de lucha de poder cada vez más absurda hasta que uno de los dos muere o cae derrotado se repite constantemente a lo largo de la serie. El problema es que llega un momento en que nada tiene sentido. ¿Sale un enemigo que tiene la técnica del Lavado de Cara Definitivo? Saldrá otro que tenga el Ataque de los Cien Mil Puntos Negros del Acné (este ataque suele afectar mucho a la población objetivo de estas series).  Para cada oponente imposible de derrotar siempre hay una técnica, aliado o período de entrenamiento. ¿Qué más da lo poderoso que sea el oponente? No solo acabará siendo derrotado, sino que encima será por la fuerza bruta y sin ningún quebradero de cabeza.

En ese sentido, Shikamaru  y Kakashi son los únicos personajes que merecen la pena en el último período de la serie. Tienen sus técnicas, pero su poder es limitado y ves cómo sufren y tienen que ingeniárselas para ganar una batalla.



Otro aspecto que suelen tener en común estos mangas es la protección de la amistad como mecanismo definitivo para vencer a un mal muy bien definido. Solos no podemos vencer al mal, pero juntos lo derrotaremos sin lugar a dudas. Aún así no faltan los que no lo ven tan claro y dudan o los que creen que es mejor posicionarse en el bando “malo” por algún tipo de rencor o venganza.

¿Cuál es entonces mi opinión del final de Naruto? Pues siento indiferencia. Tristemente, me da igual que se acabe, porque ya poco sentido tenía. Estuvo bien sobre todo antes del Shippuden y algunas partes de este, pero la trama hacia el final rozaba lo ridículo. ¿12 tíos montando una guerra mundial? A partir de ahí ya la seguí porque, en fin, a estas alturas me podía la curiosidad.

Imagino que muchos otakus diferirán conmigo. Pero bueno, esta es mi opinión y me la trinco como quiero. A quien no le guste que disfrute del manga y el anime.

martes, 21 de octubre de 2014

¿Por qué Deponia es un mal juego?

Con este boom de aventuras gráficas, estoy teniendo la oportunidad de jugar a juegos que antes no me llamaban la atención, como son las aventuras gráficas. Juegos peculiares y desafiantes, como Machinarium.

Así que cuando vi el Deponia, dije “este tiene que ser un juegazo, con ese anti héroe por protagonista”. Y cierto es, el juego tiene un gran sentido del humor, gráficos bonitos, buena música y el protagonista es bastante carismático. Entonces, ¿por qué digo que es un mal juego, aún sin haberlo terminado?




Pues porque no es desafiante. Es decir, cuando uno sabe qué tiene que hacer pero le cuesta averiguar cómo, eso es un desafío. Que te suelten en mitad de un pueblo, hables con todo el mundo y no tengas idea de qué hay que hacer, eso no es un desafío. Es un “a ver si te viene la Virgen y te cuenta de qué va tu misión”.

Así que te pasas horas y horas hablando con personajes y pegando palos de ciego. Combinas objetos no porque creas que va bien combinarlos, sino por ver cuál es el par de cosas que tienes que juntar. ¿Y cómo lo consigues? Simplemente juntándolos todos. Y cuando tienes que interactuar con algo, pruebas con todos los objetos, porque alguno caerá. Eso no es un desafío, es un coñazo. A menos que el desafío sea aguantar ese coñazo, entonces me callo.

Pero ese no es su único problema. Deponía tiene un importante problema a nivel narrativo: las cosas pasan demasiado lento. Por poner un ejemplo, lo primero que tenemos que hacer al comenzar el juego es hacer una maleta para irnos de viaje. Obviamente no va a ser tan simple como coger los objetos desperdigados por la casa y meterlos en la maleta. Pero una vez que metes los objetos, dices “venga, me voy de casa”. PUES NO. De repente tienes que hacer algo más.



Y cuando esto se sucede a lo largo de todo el juego, cansa. “Ya he reunido los componentes de esta arma, voy a dársela al tipo… NOPE, tienes que ir a por el frasco de no sé qué puñetas” (no os preocupéis, no os he spoileado nada, al menos que yo sepa). ¿Creías que reuniendo todas las partes del mapa te irías? ¡Iluso! ¡Necesitas también una cucharilla de café limpia! Y así tooooodo lo que llevo de juego, que no es poco.

¿Es entonces un juego recomendable? Si no te importa enfrentarte a la frustración sin sentido y te da igual que la historia avance a pedales, sí, es tremendamente recomendable. Pero para alguien a quien le gusta disfrutar de una historia y tener la satisfacción de resolver puzzles, no. Cuando completo alguna misión o tarea, no pienso “qué bien me siento habiendo completado esto”. Más bien acostumbro a pensar “vaya tontería más gorda tenía que hacer aquí”.


Y es una pena, porque las partes buenas son realmente buenas.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Mini crítica de cine: El niño

Pues sí, amigos. El mejor personaje de la peli ni siquiera sale en el cartel. ¿Y a santo de qué digo esto, dejando de lado un gran actor como Luis Tosar y un "gran actor" (/ironía) como Jesús Castro?

Con 6 años me mudé a Algeciras. Tampoco venía de muy lejos, pues mi ciudad natal es San Fernando. Entre ambos sitios, he tenido la oportunidad de conocer la fauna local y autóctona. Y manda huevos, como diría aquel político, que un sevillano venga a interpretar a uno de aquí mejor que cualquiera.

El Compi es el típico chaval de aquí. Uno al que con cuatro copas ya se le puede llamar colega de toda la vida y embromarlo para algo tan natural como pasar coca por el estrecho (entre otras cosas que no quiero spoilear). No solo eso, El Compi habla como hablaría "el cabeza", "el pollo" o cualquier otro apodado tan inteligentemente como sabemos hacerlo aquí. Soluciona los grandes problemas con su novia bajo el lema "a grandes males, grandes remedios" (solo que los males no son tan grandes).

De Jesús Castro poco hay que decir. Solo diré que tras enterarme que era churrero, la expresión "más caliente que el palo de un churrero" ha adquirido un nuevo significado para mí.

Luis Tosar hace un papel de poli comprometido que queda poco creíble en la España que nos ha tocado vivir. Quizás dentro de un tiempo ese sea el típico policía que uno se imagina, pero ahora no. Y hacer que eso quede creíble creo que tiene bastante mérito.

Sobre la trama, lo (tristemente) cierto es que la corrupción, el tráfico y los policías pagados son una realidad más cercana de lo que uno se espera. La fotografía es tan buena que de repente me alegro de vivir aquí, aunque no vaya a encontrarme esos planos que sacan.

En definitiva, una película bastante buena. Una trama bien contada, que a veces se recrea en los paisajes (lo cual puede quitar de volver a verla varias veces), un personaje secundario moro también muy creíble y fundamental y un desenlace del que solo diré que me ha parecido bien hilado.