jueves, 20 de junio de 2013

Poned los pies en la tierra

Hace tiempo que no actualizo, y hoy lo voy a hacer recuperando las palabras de una persona, Maria José, que he redescubierto milagrosamente. Básicamente, volved a poner los pies en la tierra:

Los que os creéis que estéis solos probablemente estéis muy equivocados, siempre, siempre, siempre, hay alguien por ahí preocupandose por vosotros.

Otra cosa y no menos importante, los que os creéis que estáis con un overbooking o como se escriba en vuestro grupo de contactos denominado "enemigos" estáis equivocados pero vamos, quería aclarar que no es que tengáis enemigos, tenéis gente que pasa hasta el culo de vosotros, que le sois indiferentes.

Por último, los que os penséis que tenéis más amigos que granos de arena hay en la playa no os flipéis tampoco, sed selectivos que todos sabemos que lo bueno por desgracia no abunda.

Grandes palabras de una mejor persona. Se echan de menos los adjetivos "fricoso" y "hevilongo".

jueves, 13 de junio de 2013

Hoy

Hoy he vencido mis miedos

Hoy es un gran día. No solo he hecho un examen con amplias probabilidades de aprobar, aunque sea una optativa, lo cual ya está bien.

Hoy me he levantado después de muchas pesadillas soñando con gente en la que no quería ni pensar, he dicho “basta”. He afrontado mis mayores temores y hoy, después de mucho tiempo, he salido victorioso.

Hoy me he enfrentado a mi peor pesadilla: yo mismo. Cualquier cosa que me atormenta lo hace porque yo lo he permitido todo este tiempo. Pues bien, ese tiempo se ha acabado hoy.

Hoy he mirado en lo más profundo de mi corazón y he encontrado un monstruo empozoñando mis pensamientos y mis sentimientos. Pero ya no lo volverá a hacer, porque hoy ese monstruo ha muerto. Mi espada ha sido mi voluntad y mis ganas de estar bien, y mi escudo, como de costumbre, toda la gente que me ha apoyado. Si hoy he sido fuerte ha sido sin duda gracias a vosotros. No tengo palabras ni gestos de agradecimientos suficientes.


Hoy empieza una nueva vida. Hoy tengo un miedo menos. Y una asignatura menos, que también se agradece =)

martes, 4 de junio de 2013

Nuestra vida la controlamos nosotros

Hace unos días quedé con un amigo, Juan. Me dijo “voy a tomar un café, ¿te vienes?”. Yo pensé que iba a quedar con más gente, así estábamos todos de guay.

Cuando llegué resulta que estaba solo él. Había quedado conmigo solo porque yo le dije “me vendría bien alguien con quien hablar”. No sé si apreciáis el cariz de esta situación. Normalmente la gente no te escucha. Están demasiado ocupados consigo mismos, incluso si todo les va bien, como para hacer algo por ti. Pues Juan quedó conmigo solo para escucharme un rato.

Hace tiempo que mi cerebro no está por la labor de ayudarme. Todos tenemos miedos personales asociados a cosas o eventos. No sé si os pasa (espero que no) eso de ver una palabra asociada a alguien y que se te acelere el pulso. Y no precisamente por emoción, sino porque una oleada de recuerdos de dudoso agrado se vienen como un tsunami arrolla una ciudad entera.



Pues bien, ha llegado el momento de decir basta. Estoy harto de esto. De recuerdos malos que deberían ser buenos. De no querer ni nombrar a alguien como si fuera Voldemort en el mundo de Harry Potter. Ese némesis va a dejar de serlo.

¿Por qué? Pues porque cuento con gente como Juan. Hermano, eres grande como pocos. Tu vida vale más de lo que te imaginas, así que te dedico hoy unas palabras de un pobre desgraciado al que has ayudado más de lo que quizás nunca sepamos, ni tú ni yo. Cuento con más gente, y entre su apoyo y mis ganas voy a superar esta barrera.

Nuestras vidas son montañas llenas de obstáculos. Montañas que vamos a escalando conforme pasa el tiempo. Somos nosotros los que decidimos si quedarnos donde estamos o seguir escalando. ¿Por qué voy a escalar más? Pues porque no me conformo con ver un trozo del paisaje. Yo quiero ver el mundo entero. No me conformo con menos. Y el mundo solo lo veré desde la cima de mi montaña, donde estará esperándome toda esa gente que en algún momento que estuve a punto de caer me tendió la mano y me regaló una sonrisa.


Incluso en los momentos figurados, las palabras no son siempre necesarias.