miércoles, 24 de abril de 2013

¿El barco o la caja?


Hay un capítulo de Padre de Familia sorprendentemente significativo. Os pongo la escena a continuación:


Si quitan el vídeo o lo que sea, os cuento brevemente de qué va. A Peter le ofrecen un barco, pero como contraoferta, le ofrecen también una caja misteriosa del tamaño de una caja de zapatos. Las palabras de Peter suenan en mi cabeza con irónico paralelismo con la realidad:

“Un barco es un barco. Pero una caja podría ser cualquier cosa, ¡incluso un barco! Me llevo la caja”.

No sé si Seth MacFarlane era consciente de la escena que estaba creando en este momento, pero tiene unos niveles de matización increíbles. Hay, como comenté antes, un paralelismo con la realidad que, a veces, hasta asusta.

En la vida hay dos tipos de personas. Las que eligen y las que ven cómo otros eligen. Por desgracia, los segundos acostumbran a sufrir consecuencias derivadas de las decisiones de los primeros. Pero no es de eso de lo que quiero hablar. Quiero hablar de los que eligen.

En la vida, a menudo tenemos que elegir. Tienes que elegir qué comes, tienes que elegir casa, trabajo… y luego, tienes decisiones importantes. Sorprendentemente, las decisiones suelen ser fáciles. Hay una opción claramente buena y otra claramente mala. Lo que pasa es que la buena tiene un pequeño “pero” y la mala tiene una pequeña “ventaja”.

Como digo, en la vida te ofrecen un barco. Pero a la vez una caja misteriosa. Quieres un barco, lo llevas queriendo toda tu vida. Pero una caja… en fin, podría ser cualquier cosa, ¡incluso un barco!

Llevas toda la vida queriendo ese otro trabajo, con mejores condiciones, mitad de horas y doble de sueldo, pero está en la ciudad de al lado. Tienes que conducir 20 minutos. Y claro, a tu trabajo actual puedes ir andando. Así que te quedas con tu trabajo actual. ¡Podrías encontrar en él lo que te ofrece el otro!

Ahora podéis extrapolar este sentimiento a cualquier cosa. Tienes que elegir entre dos opciones, una es la que quieres desde siempre y la otra solo tiene una ventaja. Y es increíble cómo elegimos la opción que no queremos solo porque hay una posibilidad infinitamente remota de encontrar en la opción mala lo único bueno que tiene y además lo bueno de la opción buena.

Y no hablo de “quizases”. Siguiendo con el puesto de trabajo, no hablo de “si abandono mi trabajo QUIZÁS me den el otro”. Sino de “lo tienes seguro ¿lo quieres?”. Elijo la caja ¡que podría ser hasta un barco!

Como si invirtiendo tiempo en esa mala opción, fuera a acabar siendo buena. Como si fuera valiente. Cuando es la mayor cobardía. Como dice una gran amiga, el “miedo a ser feliz”. O como dice otra gran amiga, “acting stupidly”.

Y dedicado a toda esa gente que elige la caja solo porque podría ser un barco. ¡Y ya sabemos lo mucho que queremos un barco! Pues amig@, si quieres un barco, elige el barco. Tú que tienes la opción. Otros no la tienen y la querrían tener.

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