Hay un capítulo de Padre de Familia sorprendentemente
significativo. Os pongo la escena a continuación:
Si quitan el vídeo o lo que sea, os cuento brevemente de
qué va. A Peter le ofrecen un barco, pero como contraoferta, le ofrecen también
una caja misteriosa del tamaño de una caja de zapatos. Las palabras de Peter
suenan en mi cabeza con irónico paralelismo con la realidad:
“Un barco es un barco. Pero una caja podría ser cualquier
cosa, ¡incluso un barco! Me llevo la caja”.
No sé si Seth MacFarlane era consciente de la escena que
estaba creando en este momento, pero tiene unos niveles de matización
increíbles. Hay, como comenté antes, un paralelismo con la realidad que, a
veces, hasta asusta.
En la vida hay dos tipos de personas. Las que eligen y
las que ven cómo otros eligen. Por desgracia, los segundos acostumbran a sufrir
consecuencias derivadas de las decisiones de los primeros. Pero no es de eso de
lo que quiero hablar. Quiero hablar de los que eligen.
En la vida, a menudo tenemos que elegir. Tienes que
elegir qué comes, tienes que elegir casa, trabajo… y luego, tienes decisiones
importantes. Sorprendentemente, las decisiones suelen ser fáciles. Hay una
opción claramente buena y otra claramente mala. Lo que pasa es que la buena
tiene un pequeño “pero” y la mala tiene una pequeña “ventaja”.
Como digo, en la vida te ofrecen un barco. Pero a la vez
una caja misteriosa. Quieres un barco, lo llevas queriendo toda tu vida. Pero
una caja… en fin, podría ser cualquier cosa, ¡incluso un barco!
Llevas toda la vida queriendo ese otro trabajo, con
mejores condiciones, mitad de horas y doble de sueldo, pero está en la ciudad
de al lado. Tienes que conducir 20 minutos. Y claro, a tu trabajo actual puedes
ir andando. Así que te quedas con tu trabajo actual. ¡Podrías encontrar en él
lo que te ofrece el otro!
Ahora podéis extrapolar este sentimiento a cualquier
cosa. Tienes que elegir entre dos opciones, una es la que quieres desde siempre
y la otra solo tiene una ventaja. Y es increíble cómo elegimos la opción que no
queremos solo porque hay una posibilidad infinitamente remota de encontrar en
la opción mala lo único bueno que tiene y además lo bueno de la opción buena.
Y no hablo de “quizases”. Siguiendo con el puesto de
trabajo, no hablo de “si abandono mi trabajo QUIZÁS me den el otro”. Sino de “lo
tienes seguro ¿lo quieres?”. Elijo la caja ¡que podría ser hasta un barco!
Como si invirtiendo tiempo en esa mala opción, fuera a
acabar siendo buena. Como si fuera valiente. Cuando es la mayor cobardía. Como
dice una gran amiga, el “miedo a ser feliz”. O como dice otra gran amiga, “acting
stupidly”.
Y dedicado a toda esa gente que elige la caja solo porque
podría ser un barco. ¡Y ya sabemos lo mucho que queremos un barco! Pues amig@,
si quieres un barco, elige el barco. Tú que tienes la opción. Otros no la
tienen y la querrían tener.