La epifanía de BBT
Muchos de
los que me conocéis habéis visto o veis Big Bang Theory. Muchos congregamos en
que la esencia de la serie se ha perdido. Vemos la primera temporada y
recordamos cómo Leonard sale de su cuarto por la noche con el sable de luz para
alumbrar el pasillo. O cómo Penny insinúa que se va a desnudar y los cuatro
protas están demasiado ocupados pensando en cómo colocar una estantería.
Un
reflejo acertadamente caricaturizado de lo que es la vida del friki medio.
Veíamos cómo
Leonard se enamoraba de Penny. Ella se traía un tío cachas tras otro al piso
para tirárselo mientras iba a comer día sí, día también a casa de Leonard. Podemos
asumir que no lo hacía con maldad, pero hacerlo, lo hacía.
En un momento
dado, Penny no sabe si quiere o no salir con Leonard. No le ha temblado nunca
el pulso a la hora de salir con un tío peta’o que cree que Plutón es la mascota
de Mickey en grande, pero tiene serias dudas sobre si salir con Leonard. “Leonard
me gusta, pero es mi amigo y no lo quiero perder”. Solo el dios en el que no
creo sabrá cuántas veces he sido testigo de esa frase.
Pero sin
embargo, contra todo pronóstico, Penny sale con Leonard (si fuera la vida real,
claro, en la serie estaba cantado que pasaría). A partir de ahí, vemos cómo
Leonard va cambiando. Va dejando de lado sus aficiones frikis, cada vez va
menos a la tienda de cómics y su trabajo es un mero medio para ganar dinero. Y,
sorprendentemente, Leonard empieza a cobrar atractivo. Lo hace hasta el punto
de que, habiendo dejado su relación con Penny, son capaces de competir a ver
quién liga más en una noche.
¿Y cómo
deja Penny a Leonard? Por una tontería magnificada, sin que él pueda hacer
nada. De repente, de un día para otro, Penny se siente incómoda con el que la
semana pasada era su novio. Vemos cómo Leonard no para de meter la pata por
enfrentarse a una situación que desconoce.
Hasta
que, como decía más arriba, empieza a dejar de ser friki y vestir bien. Entonces
empieza su relación con Priya, tiene una vida feliz, ligues, etc. Sin decírnoslo
la serie, se ve que el mundo friki no aporta nada a su vida. O más bien, le
aporta pero se ve obligado a elegir entre el mundo friki y el ser una persona
sociable.
Dicho
todo esto, llegó un momento en que me hice una pregunta a mí mismo. Al margen
de la calidad de la serie, ¿no seguirá siendo una representación más o menos
caricaturesca de la realidad?
Esta
pregunta viene de la epifanía que digo que tuve: a nadie medio normal le gusta
un tío que juega con cartas. Ya no os digo arbitra. “¿Por qué piensas eso
Enrique?”, puede que os preguntéis más de uno. Pues porque es lo que veo. Yo
soy ese chaval curioso, que lleva con dignidad eso de gastarse dinero en cartas
a su avanzada edad, pero que es suficientemente raro como para que no me guste.
Probablemente,
la primera reacción de todo el mundo sea negar esta última frase. Pero a
continuación, saltará otra del palo de “seguro que hay un buen puñao de tías a
las que les gustas”. Me encanta cuando me dicen esta frase. Porque la primera
implicación que tiene es que a la que lo dice no le gusto. Y es fácil ver que
si todas piensan igual… bueno, simplemente me quedo no solo sin ese “puñao” de tías,
es que me quedo sin ni una.
La otra
forma en la que me siendo identificado con Leonard es en esa faceta de hacer lo
que es correcto por encima de todo. Y la serie nos muestra cómo el típico cabrón
se sale con la suya. Al principio vemos cómo Penny decide volver con un tipo
porque Leonard le dice que busque a alguien que la quiera y tal, y ella lo
interpreta como que el susodicho cabrón en realidad la quiere mucho. Para más INRI,
cuando el tipo la desprecia, Penny va hecha una furia a echarle las culpas a
Leonard por el consejo.
A pesar
de todo, él va a consolarla e incluso pedirle perdón en más de una ocasión
porque se siente mal por lo que hace. Yo mismo he sufrido algo similar, aunque
no igual. He hecho constantemente lo que era correcto. Y día a día, sigo
pensando que lo hice. Y lo que me he llevado a cambio es quedarme fuera
siempre. “Como tú vas a estar ahí sí o sí, mejor pruebo suerte por otro lado”
parece que dice mi destino.
En
definitiva, lo único que saco en claro de mi vida es una cosa. Si quieres algo,
no seas bueno. No hagas lo que se supone que está bien. Coge las cosas por las
malas, porque total, tampoco va a notar nadie que estás haciendo algo malo. Lo
que sí van a notar es que eres el chaval agradable, el pañuelo de lágrimas para
secarse que siempre va a estar ahí.
Eso, y
que a las tías no les gustan los tipos que juegan a las cartas.
PD: se lo
dedico a Dani, por compartir ampliamente mi visión sobre este asunto. Así me
siento menos loco en mi pensamiento.