domingo, 14 de junio de 2015

Nintendo, Smash Bros y los DLC

Hacía tiempo que no escribía, bien por falta de ganas, tiempo o ambas cosas. Pero he encontrado un tema que personalmente me ha disgustado y quería compartir una impresión.

Pongámonos en antecedentes. Internet ha tardado en entrar en las consolas, pero una vez hecho, ha servido para cosas buenas y malas. Gracias a internet pueden corregirse pequeños fallos que pueda tener un juego como se actualizan las aplicaciones del móvil. Lo malo es que muchos desarrolladores ven ahí una forma de vender con coste de materia prima nulo.

Expandir un juego no es nuevo. Ya el Age of Empires II tenía una expansión. La diferencia es que ahora se hace sin disco, porque te lo bajas de internet. Este tipo de material se suponía que iba a ser más barato, pues ahorraban en costes de distribución, costes físicos de disco, etc.

Pero a menudo, como en la política, la realidad se aleja de lo prometido. Y el mundo se rige por una simple ley de oferta y demanda. Capcom, empresa conocida por su Street Fighter, con motivo de la cuarta entrega de dicha franquicia, puso a la venta trajes para sus personajes. Creo que alrededor de 5€ un pack de trajes. Aparentemente poco precio, pero coste de materia prima 0 e inversión mínima de tiempo a mí al menos me hacen pensar que es un precio caro. Máxime cuando no aportan nada jugable, es solo algo estético.

Por otro lado, Nintendo no es Sony ni Microsoft. Si las ventas en consolas y videojuegos van mal, no hay una gama de móviles o las ventas de un sistema operativo para aguantar una caída. Por eso es una empresa que hace jugadas arriesgadas. Y mucho tiene que cambiar la situación para que empiece a hacerlas ahora.

Así que se hace lo necesario para ganar dinero, como también es lógico por parte de una empresa. Lanzan su juego y luego ponen contenido adicional de pago. ¿Es impopular? Recortar en sanidad y educación también y ya sabéis lo que pasa.

La balanza está muy clara: en un lado, la mala fama; en el otro, los beneficios. Capcom, Ubisoft o EA son empresas que llevan montadas en este negocio años y ahí siguen. Año tras año, la gente se compra el nuevo FIFA, el nuevo Assassin’s Creed o la revisión del Street Fighter. Año tras año, la gente compra la reedición HD de un juego de hace un año, como es The Last of Us. Son medidas (aparentemente) impopulares, pero la gente pasa tanto por el aro, que está claro que económicamente les compensa.

Me da mucha pena que hayamos llegado a este punto. Yo tengo el dinero (que tampoco es mucho) y me sobran las ganas de jugar a esto. Pero voy a aguantarme, porque aunque no dudo que tenga un trabajo detrás, tampoco dudo que los otros 50 personajes lo tuvieron y la proporción no es adecuada. Ya veré dentro de uno o dos años si tienen buen precio, y si es así, me los compraré, como habría comprado la mentada expansión del Age of Empires II.


Defendí a Nintendo en la generación de Wii porque no se metió en estas mierdas. La seguí defendiendo con Mario Kart 8, porque creo que esos DLC sí son buenos en relación calidad precio. Pero no seguiré haciéndolo con el Smash Bros. Aunque bueno, lo que yo opine está claro que no importa.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Tiny Bang Story, el juego tierno

Hoy dejo de lado el tono sarcástico que suelo gastar para recomendaros un juego. Se llama Tiny Bang Story. No tiene historia, se juega con el ratón y un botón y dura unas 3 o 4 horas, si llega. Además, no se puede rejugar. Entonces, ¿por qué recomendarlo?


Tu pequeño mundo ha explotado en un diminuto Big Bang, así que lo llamaremos Tiny Bang. Tendrás que encontrar todas las piezas y recomponer el puzzle. Pero igual una pieza está dentro de un cofre, así que primero necesitarás encontrar la llave. O la tiene un bibliotecario y tendrás que recoger sus libros para que te la dé. O tendrás que encontrar unas manivelas con las que abrir una puerta a una habitación secreta.

Así que, esencialmente, el juego consiste en encontrar cosas y resolver mini juegos. Pero lo haces en una atmósfera audiovisual que no solo te atrapa y te invita a seguir jugando más. Yo hace unos meses ya que me lo pasé, y al escuchar su BSO me sigue viniendo un sentimiento muy agradable.

No vais a tardar apenas nada en hacéroslo, así que no os consumirá mucho tiempo (eso sí, querréis poder seguir jugando cuando se acabe). Y a cambio, tendréis una experiencia de juego como pocas vais a encontrar (por no decir ninguna).




Podéis conseguirlo por 5€ en Steam, pero en rebajas se suele quedar en 1€ o 50 céntimos. Por ese precio, no hay excusa que valga. En la página web oficial también os podéis bajar la BSO completamente gratuita, pero os advierto que carece del encanto de recordarte jugando al juego.

jueves, 26 de febrero de 2015

De esto que andas por ahí foreando y te encuentras una reflexión más que interesante.

Hay una cosa curiosa que pasa en Internet: el asumir que los gustos personales constituyen un juicio de valor sobre la calidad de algo. Eso no es lo malo: lo malo viene cuando supones que la calidad de un gusto determina la calidad de la persona. Viene, supongo, de lejos, pero aquí se exacerba.

Lo vi con Crepúsculo. Lo veo con 50 Sombras de Grey (o Gray, no lo recuerdo y no lo voy a buscar). Y con Sálvame y Gran Hermano. Aquí todos nos reímos, damos por supuesto que son carnaza para el vulgo. Nosotros, gente formada, vemos series y películas de calidad y trasfondo. Nos interesamos por lo que pasa, despreciamos la manipulación de la massmedia y somos, en general, citius, altius, fortius y con la polla más grandius.

No estoy de acuerdo con el hecho de consumir cosas de calidad dudosa o inexistente te conviertan a ti en algo inferior. Ese pensamiento hipster lo detesto, porque establece una suerte de clasismo progre que se acepta como válido.

Yo consumo mierda. Y no, ninguno de los programas que has dicho ni ningún libro o peli que haya mencionado. Lo gozo con el Vin Diesel en A Todo Gas. Me masmola McClein dando cera por las calles. Ver al Statham conduciendo su BMW a toda hostia mientras le zurra a los malos y se folla a Olga Kurylenko me flipa como el primer día. Y a veces preferiría una hamburguesa grasienta y perjudicial del McDonalds y no un delicioso estofado de verduras casero.

Y soy consciente de que es mierda. Su calidad, en general, es muy baja. Pero no pretendo avergonzarme de mis gustos ni liberación ni me considero inferior por tenerlos. Porque el hecho de esperar a que salga la nueva de A Todo Gas no me impide ver una y otra vez Doce Hombres Sin Piedad, o leer 50 Sombras de Grey (no lo he leído, pero lo haré, porque detesto criticar algo sin conocerlo de primera mano) no me hará bajar del pedestal que tengo a Hesse, Mann, Faulkner o Tolkien.

He tenido esta discusión muchas veces con culturetas de uno y de otro signo político respecto al fútbol. He sido tildado prácticamente de orangután sin raciocinio por alegrarme de que once hombres millonarios metan un pedazo de cuero redondo en una portería. Y les he dicho lo mismo que te digo a ti (además de las explicaciones tribales y antropológicas de Morris que son muy largas para poner aquí y no vienen mucho al caso).

Así que, dejando a un lado el resto de tu comentario, no creo que ver Sálvame o Gran Hermano supongan un impedimento objetivo para votar. Menos aún basándose en la incultura o estupidez de su audiencia. Que haberlos, haylos, tampoco te diré que no.


-Pasa Pollo, sabio de internet.

domingo, 9 de noviembre de 2014

El final de Naruto

Antes que nada, y acerca de spoilers: trataré de no desvelar lo sucedido en el capítulo. De todos modos, si no sigues la serie, no leas esto porque voy a hablar de cosas que pasan hacia el final, y aunque no lo haré de manera explícita, podría estropearte alguna sorpresa.

Vamos con la serie en sí. A Naruto le ha pasado lo mismo que a Bleach (que son las dos que sigo) e imagino que lo mismo que a One Piece y lo que en su día le pasó a Dragon Ball. Básicamente, nada tiene sentido en términos de contexto. Me explico.

Al principio, el protagonista adquiere un cierto poder. Derrota fácilmente a un enemigo y aparece otro que es brutal. Pero no pasa nada, el prota entrena y desarrolla su poder o cierta técnica que le permite derrotar a ese nuevo oponente. Pero no falta tiempo para que aparezca uno nuevo al que no puede derrotar, así que tiene que volver a entrenar.


En medio de estas sucesiones de peleas ganadas y perdidas, los coprotagonistas de la serie tienen sus propias batallas. Así que cuando volvemos al protagonista, te lo venden con alguna ropita nueva y vete tú a saber qué técnica mega cheta con la que viola enemigos uno tras otro. Hasta que aparece otro contra el que no puede tan fácilmente.


El durante de las peleas suele ser una sucesión de comentarios del tipo “este es mi poder que hace que te crezcan flores en el culo” mientras el pobre desgraciado pone cara de descomposición. El Florespawer se lanza al ataque pero su oponente lo esquiva con cara de superioridad mientras dice “deberías haber sabido que yo soy VEGANO… y te acabo de dejar un regalo: ¡el PEDO de mi digestión!”, mientras es ahora el Florespawer el de la cara descompuesta. Pero resulta que el Florespawer aprovecha el dióxido de carbono de Pedoman y lo utiliza para hacer crecer hortensias en la cara de su oponente. Y así vamos respondiendo uno al otro hasta que pasa una de estas dos cosas:

   - Florespawer crea un arbusto a partir de los pelos genitales de Pedoman. Mientras dicho arbusto no le deja moverse, le explica que es una técnica milenaria que ha pasado de polinización en polinización hasta su forma máxima. Pedoman acaba como un arbusto esculpido en forma de Alonso de cera del Museo de cera español.

  - Pedoman se toma un chile con Redbull y comienza un huracán de pedos. Florespawer intenta asirse a un árbol que él mismo ha plantado, pero es inútil: el hediondo olor y el metano erosionan todo a su paso, hiriendo la piel de Florespawer mientras Pedoman le dice que ha estado muchos días tomando leche para estreñirse bien y poder desatar toda su ira cuando fuera necesario. Después de esto tendrá que echarse pomadita para el escozor “jajaja”, pero tú no vivirás para verlo.


Este esquema de lucha de poder cada vez más absurda hasta que uno de los dos muere o cae derrotado se repite constantemente a lo largo de la serie. El problema es que llega un momento en que nada tiene sentido. ¿Sale un enemigo que tiene la técnica del Lavado de Cara Definitivo? Saldrá otro que tenga el Ataque de los Cien Mil Puntos Negros del Acné (este ataque suele afectar mucho a la población objetivo de estas series).  Para cada oponente imposible de derrotar siempre hay una técnica, aliado o período de entrenamiento. ¿Qué más da lo poderoso que sea el oponente? No solo acabará siendo derrotado, sino que encima será por la fuerza bruta y sin ningún quebradero de cabeza.

En ese sentido, Shikamaru  y Kakashi son los únicos personajes que merecen la pena en el último período de la serie. Tienen sus técnicas, pero su poder es limitado y ves cómo sufren y tienen que ingeniárselas para ganar una batalla.



Otro aspecto que suelen tener en común estos mangas es la protección de la amistad como mecanismo definitivo para vencer a un mal muy bien definido. Solos no podemos vencer al mal, pero juntos lo derrotaremos sin lugar a dudas. Aún así no faltan los que no lo ven tan claro y dudan o los que creen que es mejor posicionarse en el bando “malo” por algún tipo de rencor o venganza.

¿Cuál es entonces mi opinión del final de Naruto? Pues siento indiferencia. Tristemente, me da igual que se acabe, porque ya poco sentido tenía. Estuvo bien sobre todo antes del Shippuden y algunas partes de este, pero la trama hacia el final rozaba lo ridículo. ¿12 tíos montando una guerra mundial? A partir de ahí ya la seguí porque, en fin, a estas alturas me podía la curiosidad.

Imagino que muchos otakus diferirán conmigo. Pero bueno, esta es mi opinión y me la trinco como quiero. A quien no le guste que disfrute del manga y el anime.